Este es un blog donde la política, el fútbol, la literatura y el cine se ven desde otra óptica aunque suene a un cliché pero como bien decía Hitchcock en ocasiones es mejor partir de un cliché para llegar a algún lado que partir de algún lado y terminar en un cliché y eso es lo que trata de reflejar este blog, que desde un cliché, desde algo que todos creemos comprender o saber se puede llegar a algún lado interesante que nos permita reflexionar. Saludos, pasen y lean a su antojo.
sábado, 16 de mayo de 2009
Democracia
Bancar la parada una expresión común, quizás ordinaria de lo cotidiana. Como puede definir esta expresión el momento actual que vive la Argentina, la política de la República. Como bancar la parada se convierte en la expresión que signa la coyuntura, el pliegue de todo un país. Para pensar en bancar la parada debemos empezar a comprender quienes quieren copar la parada. La pregunta concreta no es quienes sino con que. Lo intentan con viejas y mezquinas tretas, difamando, asustando, manipulando. Buscan sitiarnos a base de viejos fantasmas, creando mitos colectivos. Haciendo que nos de miedo salir de nuestras casas, caminar hacia nuestros trabajos, buscan que poco a poco nos aislemos y que de esta manera no sociabilicemos nuestra información. No quieren que se trasmita de boca en boca, mediante el murmullo del pueblo lo que ellos ya saben; tienen miedo y como aterrorizados acólitos, fervientes fanáticos agitan el panal, sacuden el barco, hacen olas en donde hay calma. Como oscuros arquitectos, metódicos y pacientes construyen, cimientan el miedo. Adoradores de la peor de las mentiras. Poco a poco alzan el peor de los muros, mellan la fe (justo ellos que se autoproclaman sus guardianes) y socaban nuestra esperanza. Por ello hay que bancar, aguantar, resistir. No por la memoria de los que no están, sino por los que quedan. Fortificarse, amalgamarse en un recinto construido de solidaridad, de justicia, de futuro. Porque eso es lo que ellos intentan socavar con sus tenebrosos artificios. Buscan la desesperanza, la desazón, la mirada caída, la espalda quebrada y para ello no escatimaran recursos, ni medios. No temen aliarse con la mentira, abrevar en la mediocridad, no temen erigir monstruos que no podrán controlar. No le temen al pasado porque es ahí a donde quieren volver.Por ello es que hay que estar firmes, unidos, brazo con brazo, espalda con espalda. De pie hasta el final, mas hoy que las hordas se unen en post de la debacle, que infunden el terror en cada discurso, en cada titular. Que practican la infamia en cada columna, que cuelan su ponzoña en cada resquicio en el que pueden. Hoy más que ayer, más que nunca la pelea está en su cenit. Y por ello es que hay que bancar, no hay que ceder porque este ataque es el de una bestia que se sabe acosada, no hay que retirarse porque el miedo pronto se transformara en pánico y solos, como los chacales que son, se sacaran los ojos y huirán. No hay que perseguirlos porque ello sería caer en sus redes (tan viles son que hasta en la derrota son capaces de inocularlos su veneno) hay que dejarlos que se retiren, que vuelvan a sus cavernas a confabular, a restaurarse en la humedad y el frió de sus intrigas y rogar porque arropados en su rencor no desparezcan porque sin su amenaza caeríamos en algo más aterrador, más tenebroso que una buena pelea; sin ellos podríamos llegar a pensar que todo lo que hacemos o decimos es correcto, sin ellos podemos caer en las garras de la autosuficiencia, de la autocomplacencia de la obsecuencia. Ellos deben permanecer y tener su espacio, deben ocuparlo aunque en su genes a la postre renazca la traición, la conspiración porque es este y no otro el precio a pagar por bancar la parada.
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