Si me preguntaran que mueve a los hinchas del fútbol, cual es su primer motor, que es aquello que los lleva ante las situaciones mas adversas a ponerse en primera línea y sacrificar tiempo y dinero sin ningún miramiento, a soportar frió o eternas colas con un estoicismo que linda la paciencia de un monje tibetano; yo debería decir al contrario de lo que piensan muchos que no es la pasión sino la fe. La fe fundada en la certeza de saberse ante una adversidad, la fe de saber que ese escollo que parece insalvable puede mediante el simple acto de acompañar y cantar por sus colores, superarse. Esa fe movió a los miles de argentinos a cruzar El Plata en post de el milagro ¿uno mas? de esa selección que poco sabe de triunfos y mucho de hazañas. Por esa fe y no por otra cosa la gente escapo de sus trabajos, cruzo la frontera, salto el “charco” y se refugio en el mítico Centenario a la espera de que la historia no les torciera la cara y por cierto que eso no fue lo que paso. No hubo criticas ni al DT, ni al equipo en la previa y si algunos murmullos de reproche ante cambios que no se condescendían con lo que la historia marca (poco sabe el hincha de empates que clasifican, ellos quieren ganar y que el equipo vaya para delante), los cantos contra el rival eran tibios, casi como cargadas entre amigos al igual que el cartel que recibía a la visita en la entrada de la popular que rezaba así “Argentinos, si nos ganan tendremos que ampliar Botnia” y es que todos queríamos clasificar pero nadie quería ser responsable de dejar afuera de Sudáfrica parte de la historia del fútbol y de los mundiales. Quizás por ello el predominio del partido fueron cantos de arenga propia y poca ofensa entre las hinchadas apenas uno o dos cruces para defender al Diego y es que una cosa es que lo insultemos nosotros y otra cualquiera que nos lo vengan a insultar gratuitamente. Poco queda para contar después del gol Argentino, quizás que como se sabia que Bielsa había cumplido con su parte los Charruas no quedaban afuera y eso los hacia mas permeables a la gastada y así fue como el clásico que a priori podía dejar a uno a fuera del mundial, que revivía la final de 1930, que terminaba con 30 años sin triunfos Argentinos en el Centenario pasaba a la historia no como el fracaso deportivo de la historia del fútbol superprofesional sino por las palabras de Maradona en la conferencia de prensa ¿Podía ser de otra manera?
Mientras miles volvíamos a casa con la satisfacción del deber cumplido y el regocijo de no haber dejado ningún camarada celeste por el camino.
Nota para el blog Celeste un Sol
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