“Aquí yace un valiente, un noble adversario y un verdadero hombre de honor. Que descanse en paz”
No queda sino batirse dijo el poeta y esa expresión no son palabras arrojadas al vació, batirse es una actitud ante la vida, es una postura que en un mundo lleno de imposturas dice mucho de aquel que decide batirse y dicen aun mas de aquellos que prefieren evitar el duelo y se cobijan en las sombras y los bordes de lo burocrático. Lejos están los días en donde los conflictos se solventaban con floretes en la puerta de La Vega, atrás quedaron los parlamentos en donde los tire y afloje de las discusiones políticas no se dirimía por la palabra y la calidad de las ideas sino por la habilidad con la espada. Lejos están de nuestro tiempo personajes como Andre Moreau o el Marquis de Maynes que lo mismo hacían de la mayoría minoría y viceversa con su acero. Hoy aquel lance, aquel duelo, quedo sepultado por el noble arte de la esgrima de las ideas. Un deporte en donde las estocadas no son a muerte sino a “touche”, donde ir a fondo es una actitud y no una pose. Quizás aquellos que no quieren debatir la nueva Ley de medios o que buscan en el debate empantanar la misma, deberían tomar alguna lección de esgrima y decidirse de una vez por todas a batirse con la nobleza y la hidalguía que se espera de ellos. Quizás lo más destacable de esta nueva instancia de debates en el Senado es que ante lo inevitable hay quienes han decidido a batirse (a la fuerza o no) y aquellos que han recogido el guante deberán recordar que intrínsecamente aparejado con el duelo viene el respeto por la forma en que uno se bate y por aquel con quien se bate; así como el dispar Boris Grushenko dispara al aire ante un sereno oponente que ya malogrado su tiro espera la muerte y la RAF rinde un entierro con honores a su celebre enemigo von Richthofen; aquellos que se dignaron a presentarse en este singular cruce de ideas deberán hacer gala de al menos alguno de estos rasgos de nobleza y cuando se trate de ir a fondo deberán poner su empeño en ello, pero cuando deban ceder terreno (algo básico y característico de vivir en democracia) deberán hacerlo con la convicción de que ceder no significa retroceder sino fortalecer el proyecto que se debate, volviéndolo menos perfectible, mas ecuánime y justo; pero no porque hay intereses de terceros en post de esa fortaleza de la Ley, sino porque de esa búsqueda de unidad, de ese dialogo, de ese lance, de esa estocada saldrá la Ley que aquellos que representan y por cuyos votos están ahí nos merecemos. Al igual que el joven Whatson decide retar al Baron von Leinsdorf a un partido de tenis en lugar del tradicional duelo de pistolas sin que la ausencia de mortalidad implique carencia de compromiso, quienes decidieron bajar al recinto (con padrinos o sin ellos) deberán poner todo su saber en buscar no la derogación de la nueva Ley sino su perfección.
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