Si uno dice “Crimen organizado” se remite
indefectiblemente a las películas de mafia Italiana, personajes glamorosos como
Lucky Luciano, le dan la mano a mitos como Capone, soñadores como Bugsy Siegel (fundador
de Las Vegas) o personajes mas oscuros y complejos como Mayer Lansky. Si
soltamos estas cuasi nostálgicas figuras (la propaganda del cine todo lo puede)
arribaremos a otras mas pintorescas y “ficticias” como las de la familia Corleonne,
pasando por la violencia de Tony Montana y hasta terminar en la “burguesía” de Tony
Soprano. De todas maneras es ineludible caer en el estereotipo del Bada Bing y
los negocios y ofertas que no se pueden rechazar. Por otro lado si se busca la
referencia enciclopédica sobre lo que quiere decir “Crimen organizado” nos encontramos con que este implica que dentro
de sus miembros hay personas
vinculadas a políticos, burócratas, funcionarios, etc. y de ésta forma logran
evitar ser perseguidos o castigados como determina el Estado de Derecho.
Además la misma definición nos señala que la diferencia con un grupo criminal es
la existencia de vínculos necesarios
para evitar ser perseguidos por los delitos que cometen o evitar la
pena o castigo de los mismos, mientras que el grupo criminal no tiene estos vínculos.
Puesto esto en claro
me permito reflexionar que las Barras Bravas no deben llamarse barras bravas
sino Mafias, ya que cumplen con los
requisitos para encuadrarse dentro del mundo del Crimen Organizado.
- Tienen como objetivo delitos vinculados con la extorsión, la venta de drogas, el homicidio entre otros.
- Cuentan con el Abal de ciertos grupos de poder para cometer estas acciones: Policías que les proporcionan zonas liberadas y acceso irrestricto a donde quieran en un estadio o club. Funcionarios públicos que hacen la vista gorda o proporcionan sustento económico para usufructuar sus servicios, burócratas que traban leyes o benefician con su accionar la aprobación de medidas inertes para frenar los ilícitos y la lista sigue y sigue…
Escudados en un
falso amor por colores, clubes o camisetas estos “empresarios del terror” mutan
de empresa según les venga en gana y tienen más puntos en común con sus
supuestos rivales que con los hinchas genuinos. La prueba mas cercana la vemos
en la bomba de estruendo del partido Independiente – Belgrano en donde un
hincha de otro club (San Telmo) es contratado por una Barra (La de independiente)
para atentar contra su propio equipo ¿Por qué? Negocios señores, sencillamente
eso negocios. Por otro lado es llamativo ver a un presidente (me saco el
sombrero) como Cantero bancar en una absoluta soledad esta parada como ese mito
de Eliot Ness y sus intocables. Lamentablemente esto es Chicago y no son los
20 y nada se resolverá con una Thompsom y una placa. El fútbol debe dejar de hablar
de “Barrras bravas” el fútbol debe pedir ayuda y trabajar conjuntamente entre
si y con el estado y la ley. Deben tratar el problema como lo que es un grupo
de mafiosos intentando gestionar una organización criminal. Lamentablemente como hacer esto, no lo se,
pero seria una buena idea empezar a tratar el problema en sus conjunto y no
individualmente. Obligarlos a la
evidencia, al enfrentamiento… aislarlos y que vayan cayendo por su propio
peso. Quizás el puntapié inicial sea un
Ley Federal contra delincuentes organizados como la que promulgo México en el
2010. Quizás.
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